viernes, 3 de abril de 2009

Cómo estrené un autobús

Es algo extraño, pero ocurre. Y cuando lo hace, es como un documental de fauna salvaje donde hay manadas gigantescas avanzando lentamente. Ha ocurrido hoy, al salir de clase, en la parada del bus de la facultad. Porque señores, ha empezado una nueva era. Despídanse de los hasta ahora clásicos buses amarillos que han tomado tantísimas mañanas (benditos 3, 8 y 9) y con los que han compartido tan buenos momentos, porque ahora son VERDES. Y no "verde" en el sentido ecológico y hippie de la palabra, sino "verdes", pintados de verde gusanito tipo Heimlich, la oruga que salía en "Bichos", la película de Disney (¿qué queréis? hacerse tío supone volver a entrar en la jerga de los niños :).

Y bueno, se ha montado un colapso lógico, por otra parte: a la parada llegaba el bus amarillo, se bajaban personas y conductores, se montaban en el verde que estaba allí, y a instalar la maquinita de los tickets, por supuesto, eso que no falte (que digo yo que a un viajecito de inauguración se podrían haber invitado, mínimo, ¿no?), y como a las horas y media allí se reúnen 6 buses en total, pues imaginaros.

En otro desorden de cosas, ya me han dado el manual de los muñecos estos que van a poner en la Facultad, lo he hojeado... y algo me dice que nos van a meter un cursillo rápido de cardiología que ni nos vamos a dar cuenta xD

Y en un ratinín y tras el tanque de café de por las tardes... Regresa a sus pantallas "Digestivo: La historia interminable", jajaja. Cuidarse!

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